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AyudarEn la gráfica se muestran los resultados de cinco jugadores de tenis. En Australia y Estados Unidos se juega en cancha dura, el Roland Garros en arcilla y el Wimbledon en césped. Cada uno de ellos se juega una vez al año y otorga 2.000 puntos al vencedor, mientras que otros torneos solo entregan como máximo 1.000 puntos al vencedor.
Torneos del Grand Slam
En Colombia se debate sobre la posibilidad de legalizar el tráfico y consumo de drogas, para contrarrestar los efectos económicos y sociales del narcotráfico. Algunos sectores sociales plantean que esta alternativa es indeseable y proponen, en cambio, fortalecer los procesos de sensibilización entre los consumidores sobre los riesgos de salud asociados al consumo de drogas. En contraste, otros sectores sociales proponen endurecer las penas para los productores y expendedores de drogas, así como para aquellos consumidores que porten más de la dosis legalmente permitida.
Las dos posiciones frente a la legalización de las drogas descritas en el texto son
Sobre una circunferencia de centro O se localizan dos puntos P y P ’ diferentes.
De las siguientes, ¿cuál figura NO puede resultar al unir entre sí los puntos P, P ’ y O?
No espero ni pido que alguien crea en el extraño, aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.
El término barrocos, subrayado en el texto, tiene que ver con lo
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“Cualesquiera que sean nuestras penas o nuestras alegrías y la agitación del mundo, nuestros órganos apenas si varían su ritmo interior. Los cambios químicos de las células y de los humores continúan imperturbables. La sangre late en las arterias y corre a una velocidad casi constante por los innumerables capilares de los tejidos. Existe una notable diferencia entre la regularidad de los fenómenos que se producen dentro de nuestro cuerpo y la extraordinaria variabilidad de nuestro medio ambiente. Nuestros estados orgánicos son muy estables. Pero su estabilidad no equivale a un estado de reposo o de equilibrio. Se debe, por el contrario a la incesante actividad de todo el organismo. Para mantener la constancia de la composición de la sangre y la regularidad de su circulación, se requiere un número inmenso de procesos fisiológicos. La tranquilidad de los tejidos está asegurada por medio de los esfuerzos convergentes de todos los sistemas funcionales. Y cuanto más violenta e irregular es nuestra vida, mayores son los esfuerzos. Porque la brutalidad de nuestras relaciones con el mundo cósmico no debe nunca turbar la paz de las células y de los humores de nuestro mundo interior”.
La palabra “convergentes” según el contexto, significa
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¿SERÁ QUE GOOGLE NOS ESTÁ VOLVIENDO ESTOOPIDOS?
Durante los últimos años he tenido la incómoda sensación de que alguien (o algo) ha estado cacharreando con mi cerebro, rehaciendo la cartografía de mis circuitos neuronales, reprogramando mi memoria. No es que ya no pueda pensar (por lo menos hasta donde me doy cuenta), pero algo está cambiando. Ya no pienso como antes. Lo siento de manera muy acentuada cuando leo. Sumirme en un libro o un artículo largo solía ser una cosa fácil. La mera narrativa o los giros de los acontecimientos cautivaban mi mente y pasaba horas paseando por largos pasajes de prosa. Sin embargo, eso ya no me ocurre. Resulta que ahora, por el contrario, mi concentración se pierde tras leer apenas dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. Es como si tuviera que forzar mi mente divagadora a volver sobre el texto. En dos palabras, la lectura profunda, que solía ser fácil, se ha vuelto una lucha. Y creo saber qué es lo que está ocurriendo. A estas alturas, llevo ya más de una década pasando mucho tiempo en línea, haciendo búsquedas y navegando, incluso, algunas veces, agregando material a las enormes bases de datos de internet. Como escritor, la red me ha caído del cielo. El trabajo de investigación, que antes me tomaba días inmerso en las secciones de publicaciones periódicas de las
bibliotecas, ahora se puede hacer en cuestión de minutos. Las ventajas de un acceso tan instantáneo a esa increíble y rica reserva de información son muchísimas, y ya
han sido debidamente descritas y aplaudidas. Pero tal ayuda tiene su precio. Como subrayó en la década del 60 el teórico de los medios de comunicación Marshall McLuhan, los medios no son meros canales pasivos por donde fluye información. Cierto, se encargan de suministrar los insumos del pensamiento, pero también configuran el proceso de pensamiento. Y lo que la red parece estar haciendo, por lo menos en mi caso, es socavar poco a poco mi capacidad de concentración y contemplación. Mi mente ahora espera asimilar información de la misma manera como la red la distribuye: en un vertiginoso flujo de partículas. Alguna vez fui buzo y me
sumergía en océanos de palabras. Hoy en día sobrevuelo a ras sus aguas como en una moto acuática. Gracias a la omnipresencia del texto en internet, por no hablar de la popularidad de los mensajes escritos en los teléfonos celulares, es probable que hoy estemos leyendo cuantitativamente más de lo que leíamos en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado, cuando la televisión era nuestro medio predilecto. Pero, sea lo que sea, se trata de otra forma de leer, y detrás subyace otra forma de pensar… Quizás incluso, una nueva manera de ser. La idea de que nuestra mente debiera operar como una máquina-procesadora-de-datos-de-alta-velocidad no solo está incorporada al funcionamiento de internet, sino que al mismo tiempo se trata del modelo empresarial imperante de la red. A mayor velocidad con la que navegamos en la red, a mayor número de enlaces sobre los que hacemos clic y el número de páginas que visitamos, mayores las oportunidades que Google y otras compañías tienen para recoger información sobre nosotros y nutrirnos con anuncios publicitarios. Para bien de sus intereses económicos, les conviene distraernos a como dé lugar.
Tomado y adaptado de: Carr, Nicholas. “Será que Google nos está volviendo estoopidos?”,
Pombo, Juan Manuel (Traductor), en Revista Arcadia, 2010.